MALASAÑA 32: NO VOLVERÁS A DORMIR
MALASAÑA 32
Dirección: Albert Pintó
Año: 2020
Sinopsis
Manolo y Candela se instalan en el madrileño barrio de Malasaña, junto a sus tres hijos y el abuelo Fermín. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital de un país que se encuentra en plena transición. Pero hay algo que la familia Olmedo no sabe: en la casa que han comprado, no están solos...
Conclusiones
La cinta entra en nuestras pantallas con la alargada sombra de Verónica tras sus espaldas, visto solo el guion es inevitable pensar que solo vas a ver una nueva lectura de esta, y por tanto algo falto de consistencia, pero nada más lejos de lo que se verá. En cuanto la dirección se despliega en la pantalla inunda la sala de una nueva savia, un cine con un especial estilo, un desarrollo que siendo cierto que se sustenta demasiado en clichés ya mil veces vistos, Pintó sabe sacarles a estos un nuevo jugo, que ya dejo entrever en su anterior trabajo, en esta puesta de largo, (primera en solitario) se adentra en un terror más natural y más sofocante, su despliegue de medios es un perfecto uso de la luz, que dota a la cinta de unos matices de luz y oscuridad que hacen fluir el terror, eso sumado a unos tempos de partitura que crean una tensión que se puede cortar el ambiente en la sala, es cierto que los tamices con los que cuenta la narrativa no van a hacer mella en el espectador más curtido en el género, pero el espectador menos afín al género va sentirse mal, va a sentir la pesada carga de la que son presa los protagonistas en sus carnes, le va a costar respirar y encajar lo que acontece en la pantalla, lo va a sufrir en sus poros, puedo asegurar que hacía tiempo que no veía gente en la sala a mi alrededor pasando un mal trago y estando incomoda en una cinta de terror, y me atrevo a asegurar que eso no es por lo que cuenta si no por como lo cuenta, también se suma a esa sensación, la capacidad para trasmitir ese mal rollo de la que hace gala Begoña Vargas, una jovencísima actriz que se come la película literalmente, es una de esas actrices a la que la cámara quiere, la adora y ella con su potencial interpretativo traspasa la cámara y es capaz de meterte sus miedos a flor de piel, es capaz de hacerte sentir sus miedos respirando junto a ti, sin duda yo lo que quiero es ver más y más de el tándem Vargas-Pintó.
Por otro lado la historia aunque se cuenta como basada en hechos reales, estos se desmarcan un poco de lo acontecido en realidad y por tanto también lo hacen de la cinta de Plaza, en esta cinta parece ser que toman hechos reales acontecidos en un edifico del popular barrio Madrileño, donde acontecían extraños sucesos aislados (el propio Botet contó en alguna entrevista que él vivió de pequeño en aquel edificio y sí que pasaban cosas extrañas...) aquellos casos aislados se han unido y magnificado para darle consistencia a la historia.
Lo que nos Enseña
La unión que presenta la cinta es latente, por un lado de la unión tenemos el cine Europeo y concretamente Español, más sincero, más parco de medios y por tanto con guiones más sólidos que el cine venido del otro lado del charco, y por otro lado ese elemento del cine venido de tierras americanas, este un cine hoy en día vacío de guion y sustentado tan solo en lo que si nos enseña, por que el presupuesto lo permite, y en juegos de efecto basados solo en el susto fácil, Pintó ha sabido coger lo mejor de cada escuela y unirlo en esta mutación que es hija de ambos universos cinematográficos, a años luz entre ellos, pero sucesor el primero del segundo y perfectamente convidados en manos de este director. Un uso de la luz de una gran hermosura, unos planos preciosos, unos elementos sonoros perfectos, una unión de modos de cine de manual, y una sobrecogedora interpretación conjugan la cinta con la que hoy ya no dormirás.